24 de marzo de 2017

Lavar la bicicleta

Antes de que llegue el fin de semana y salgamos todos con nuestras burras o flacas, y ponernos manos a la obra vamos a tener en cuenta algunos detalles esenciales, ya que cada parte de la bicicleta precisa de un tratamiento especial:
  • -El cuadro se limpia con un cepillo suave de pelo largo, una esponja y algún detergente poco agresivo (lavavajillas, champú…) para evitar que el esmalte de la pintura pierda brillo.
  • -La transmisión requiere de algún producto disolvente de la grasa ya que no suele ser suficiente con un simple detergente: el gasoil tiene la ventaja de tener una base oleosa, por lo que no seca tanto la cadena como la gasolina o la trementina (aguarrás), resultando más fácil la posterior lubricación. Es importante reducir la limpieza de la cadena a lo estrictamente necesario: con el engrase "de nueva" se pueden rodar muchos kilómetros, pero con los métodos caseros no conseguimos una lubricación tan perfecta.
  • -Los platos y piñones se pueden limpiar con una brocha de pelo duro impregnada en gasoil o con un cordón de algodón que introduciremos en la distancia existente entre las coronas, haciendolo girar posteriormente.
  • -Las llantas y neumáticos se limpian con un estropajo duro y jabón, para eliminar mejor los restos de suciedad procedentes del asfalto y de las zapatas de freno y los preservaremos del contacto con cualquier tipo de disolvente, ya que, como bien supones, se deterioran con facilidad.
  • -Es muy importante no emplear agua a alta presión en el aclarado, para impedir que penetre líquido en el interior de los rodamientos.
  • -Hay que evitar a toda costa manchar los neumáticos con cualquier tipo de disolvente, ya que puede verse afectada la estructura del mismo.

Una limpieza a fondo
Aunque la sencillez mecánica de una bicicleta es una de sus características más importantes, hay que prestarle unos cuidados mínimos para mantenerla en perfecto estado de funcionamiento; con un mínimo de conocimientos, cualquiera puede dispensar las atenciones básicas para que su montura siempre esté dispuesta.

-Con un jabon neutro (puede utilizarse champú de baño) limpiar a fondo la bicicleta. Con agua muy caliente se eliminan mejor los restos de grasa y suciedad.
-Limpieza extra en los puentes de freno, debido a que los depósitos de de material residual de frenado forman una capa muy difícil de eliminar. Con la ayuda de una brocha podemos llegar hasta el rincón más difícil.
-Grasa acumulada, en el interior de los platos y el la cazoleta derecha del eje pedalier. Si es persistente habría que rociar la zona previamente con un producto desengrasante (gasolina, disolvente, spray específico…) y dejarlo actuar unos minutos antes de pasar la brocha.
-El portacala del pedal es uno de los rincones donde más suciedad se acumula; ahora es el momento de limpiarlo a fondo con la ayuda de la brocha.
-En el cambio trasero se acumulan depósitos sólidos de suciedad y sólo se pueden eliminar con un cepillo de pelo duro. Lo mismo en las roldanas como en el paralelogramo los eliminaremos con un simple cepillo dental impregnado en cualquier disolvente.
-No hace falta desmontar el casete. Para limpiar las coronas se puede utilizar un cordón de algodón impregnado en gasolina.
-Para que las ruedas recobren su “mordiente” original hay que eliminar (con un cepillo de pelo duro) cualquier resto de suciedad. Durante esta limpieza podremos también descubrir los desperfectos y cortes producidos en la temporada. Un lavado intensivo con agua caliente y jabón nos ayudan a rematar la faena.
-Con estropajo metálico puliremos los flancos de las llantas para eliminar todos los restos de zapata y de suciedad acumulada. Hay que realizar esta operación con cuidado para no eliminar la capa de anodizado en exceso. Si las llantas fueran de carbono sólo habría que utilizar detergente desengrasante y un estropajo de fibra sintética suave (de los utilizados en las placas vitrocerámicas valdrían).
-Las zapatas se cristalizan, hay que lijarlas para evitar que arañen la llanta y que recuperen su capacidad de frenada original.
-Antes de engrasar la cadena hay que aplicar un limpiador para eliminar la grasa envejecida. Si no disponemos del producto específico, podemos utilizar un poco de gasoil y una brocha; después hay que secar bien la cadena con un paño de algodón absorbente.
-Con aceite específico para cadenas volveremos a engrasarla. El engrase correcto se consigue a posteriori limpiando con un trapo el exceso de aceite.
-Después de un lavado el toque final se consigue engrasando todos los mecanismos de la bicicleta con aceite especial.
-Atención especial merecen los ejes de cualquier mecanismo de rotación o pivote (puentes de freno, desviadores…). También en estos mecanismos hay que utilizar una gota de aceite para garantizar un funcionamiento suave.
-Si has llevado a cabo una limpieza a fondo para guardar la bicicleta durante el invierno debes tener ciertas precauciones: desinflar las ruedas, soltar los aproximadores de los frenos (Shimano y SRAM en los puentes y Campagnolo en la maneta) y, lo más importante, seleccionar el plato y el piñón más pequeño para eliminar la tensión de todos los resortes del cambio.

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